Ya desde pequeños comenzamos a detectar la parte más oscura de la vida, desde que supimos que los Reyes Magos no eran sino nuestros padres. Y que los cuentos de hadas, son solo cuentos, no hay príncipe azul, no hay siempre un final feliz.
La decepción hacia una persona va en proporcional medida a la ilusión que pusimos en ella. Esa persona que nos levantó hacia el cielo con sus palabras y nos dejo caer al suelo con sus acciones. Y nos empeñamos en culparla a ella de nuestro dolor, cuando es solo responsabilidad nuestra la confianza que depositamos en los demás.
La ilusión es el primer paso hacia la felicidad, la decepción el primer paso hacia el olvido.
No son sólo las personas. La vida en general nos decepciona cuando no salen las cosas como nosotros esperábamos.
Depende de cada uno dejar que nos duela que lo que esperábamos no era mas que una suposición y no una realidad o por el contrario, aprender, a no confiar ciegamente, a esperar más de un resultado y sobre todo no culpar a factores externos de nuestro dolor, en primera instancia, la decepción es nuestra amarga maestra.
Hay veces que las personas lo son todo para nosotros, sonrisas y lágrimas, tormenta y calma, fueron TODO para al final ser NADA.
“La tristeza de la separación y la muerte es el más grande de los engaños”. – Mahatma Gandhi.